viernes, 11 de enero de 2013

Regata: Doblamos el Cabo de Hornos

Lo primero colocar la foto: con este paso ya hemos recorrido las 2/3 partes de la regata . Y casualidades de la vida , estamos condenados a ir de la mano el barco real  español de " ACCIONA "100% eco powered, patroneado por Javier Saso con el virtual  "COTO PESCA ENATE" pues tras  61 dias de regata hemos cruzado con una separación de menos de 12 horas el cabo de Hornos.  No estaria nada mal que fueramos siguiendo ese rumbo semejante la central del Grado III de Acciona , con la gestión del coto de pesca Enate para mantener el caudal ecologico del Rio Cinca
Depues de esta foto como de costumbre voy a poner un relato  y un video :
El video es de unos barcos navegando por el Cabo de Hornos (Es impresionante , y no como le estoy relatando que parece que es doblar la esquina e ir a por el pan) 
Y lo segundo un relato  que he encontrado por internet  donde habla de naufragios , muerte y pendientes de oro para poder poseer algo si se sobrevive (aunque lo veais algo largo y peñazo  hay curiosidades interesantes)
VIDEO: RELATO:


"La sola visión de estas costas es suficiente para que un hombre de tierra sueñe durante una semana con naufragios, peligros y muerte". Charles Darwin, 1834.
En los años veinte se convirtió en costumbre saquear, antes que ayudar, a las naves que naufragaban en el fin del mundo.
Nuestro barco ha salido de la Antártida y se dispone a cruzar el paso Drake, el cruce de caminos en el que se enfrentan los océanos Atlántico y Pacífico. Poco a poco vamos dejando atrás los bloques de hielo flotantes. Pingüinos, ballenas y cormoranes dejan de jugar a perseguirnos. Nos sumergimos en las aguas más salvajes del mundo.
El viento sopla oeste-noroeste a una velocidad de 54 nudos (27 metros por segundo). La presión atmosférica es de 763 milibares. La temperatura del aire es de cuatro grados y la del agua de apenas dos. La visibilidad es de poco más de seis millas. Las olas cruzan el barco por la cubierta y hacen que sus tripas crujan como los goznes de una vieja puerta. Los cabos están rígidos y los mástiles vibran. En el interior del barco las cosas no están mucho mejor – "Si es necesario arrodíllense para caminar, no se avergüencen" – sugiere el capitán. No se puede comer : la comida se sale de los platos y hay que sostener los vasos con la mano. No se puede leer : los ojos bailan entre líneas, la cabeza y los pies se golpean rítmicamente contra los extremos de la litera y es necesario hacer fuerza con los codos para mantener la posición. Solo se puede vomitar y ver como la vida se balancea.
El Pacífico y el Atlántico, los dos océanos más grandes del planeta, chocan violentamente en un lugar solitario que se esconde en el extremo sur del continente americano. En ese siniestro paisaje las tormentas barren el buen tiempo. Las olas, del tamaño de un edificio de cinco pisos, pueden oscurecer el sol. Y los vientos, que soplan desbocados en todas direcciones, son capaces de arrancar de cuajo el mástil de un velero. Islas de hielo de cientos y miles de metros de extensión, capaces de destrozar el casco de cualquier barco, flotan amenazantes a la deriva.
Un negro espolón de nombre legendario es eterno testigo de este fascinante fenómeno natural : el Cabo de Hornos. Es la pesadilla de los marinos. Y el sueño de viajeros inconscientes y aventureros suicidas. Se habla de el en voz baja en todos los puertos del mundo. Cuentan que quienes no han navegado por sus aguas no son auténticos marinos. Y que los que van vagabundeado por su laberinto de olas no pueden olvidarlo jamás.
Ningún otro lugar en el mar ha roto tantas quillas, ha segado tantas vidas y ha generado tantas leyendas como el Cabo de Hornos. Descubridores, balleneros, misioneros, cazadores de focas, comerciantes, científicos, traficantes, piratas… Todos han sentido como el corazón les temblaba y el estómago se les encogía. Esa roca negra de perfil siniestro, rodeada de ventisqueros sobrecogedores, ha sido testigo del crecimiento y la agonía de los poderes marítimos y del nacimiento y el derrumbe de imperios. Esa roca negra, moldeada, agrietada y corroída por las tormentas, ha visto como veleros, goletas y bergantines eran juguetes en manos de las olas.
Han pasado los años y esa negra roca sigue manteniendo su firme posición en el fin del mundo. Han pasado los siglos y el moderno navegante se encuentra con el mismo infierno de antaño. El escenario es el mismo. Pero los protagonistas del drama - no nos engañemos - se enfrentan a la naturaleza en condiciones mucho mas ventajosas que antaño. Los barcos son ahora más sólidos, más veloces, más manejables… y están equipados con la más avanzada instrumentación: radar, ecosonda, radio… Un piloto del siglo pasado hubiese vendido su alma al diablo por un GPS (Global Positioning System), un aparato del tamaño de un teléfono celular y del precio de unos zapatos que, conectándose con tres satélites, da la posición exacta con un margen de error máximo de cien metros.
Dos días después de escapar del desierto de cristal nos acercamos al Cabo de Hornos, extremo austral de Chile. Con el mar en este estado de crispación es fácil imaginar como sufrían los viejos barcos, como sus velas se hinchaban hasta reventar y como los gavieros se destripaban contra la cubierta o desaparecían para siempre entre las nubes de espuma de las olas. El miedo sigue viviendo aquí, en los 55º 59’ de latitud S. y 67º 12’ de longitud W del meridiano de Greenwich. Si observamos el globo y seguimos la línea de los paralelos, lo encontramos 1.300 millas más al sur que el cabo de Buena Esperanza, el extremo sur de Africa, y a 600 millas bajo la latitud de la isla Stewart, de Nueva Zelanda. Justo en la mitad de la nada.
Durante varios siglos la llamada "DOBLADA DEL CABO DURO" a vela fue considerada el máximo laurel de cualquier marino, comercial o deportivo, militar o ballenero. Nacieron incluso clubes cabohorneros, donde se agrupaban en peculiar orden caballeresco los vencedores del mito. Hoy cualquiera puede alquilar un velero - o comprar una plaza en alguno de los numerosos charters que frecuentan la zona - y darse el capricho con la seguridad de que el único peligro que corre es el de no poder mantener la comida dentro de su estómago.
Pero no nos engañemos, porque ni siquiera en un día soleado es fácil visitar la isla Hornos, la más austral de las islas Hermite. El suelo de la playa esta sembrado de grandes y redondeadas piedras, cubiertas de musgo y algas, y el viento golpea de norte a weste. Las olas parecen esperar agazapadas algún descuido del viajero para robarle el alma. En ese lugar se levanta un monumento - construído por la Cofradía de los Capitanes del Cabo de Hornos de Chile - dedicado a los marinos desaparecidos, en el que está escrito un poema de Sara Vial: "Soy el albatros que te espera en el final del mundo. Soy el alma olvidada de los marinos muertos que cruzaron el Cabo de Hornos desde todos los mares de la tierra. Pero ellos no murieron en las furiosas olas. Hoy vuelan en mis alas, hacia la eternidad, en la última grieta de los vientos antárticos".
Al salir del Cabo de Hornos hacia Puerto Williams, Chile, el tiempo enloquece. En las siguientes 100 millas se pueden recibir tres partes meteorológicos diferentes : al principio, el viento supera los 40 nudos, las olas se levantan por encima de los tres metros y llueve aguanieve. A la altura de la bahía de Nassau la velocidad del viento ha descendido a 30 nudos, y las olas tienen un metro de altura. En el canal Beagle el viento sopla a 15 nudos y la mar esta casi llana. La enrevesada red de canales de la Tierra del Fuego logra domar el mar.
En una taberna de Punta Arenas, muy cerca del puerto, se reúnen los jueves algunos viejos lobos de mar. Beben ron y cerveza, recuerdan los buenos tiempos, añoran a los buenos camaradas y canturrean viejas canciones marineras. Sebastían atravesó el Cabo de Hornos por primera vez cuando tenía 17 años. Ahora, "medio siglo y un año después", tensa los músculos de la cara, cierra ligeramente los ojos y recuerda en un susurro sus días de marino: " La primera vez que atravesé el Cabo de Hornos no era dueño de mí. Solo acertaba a sujetarme con dientes y uñas a cuerdas y palos. Después he pasado por el maldito Cabo al menos medio centenar de veces. Pero de verdad que no entiendo a la gente : si no hubiera tenido que hacerlo para comer, para alimentar a mi familia y no terminar tirado borracho en la calle, jamás hubiese vuelto a navegar por ese maldito lugar. Es el reino de Satanás".
Charles Darwin no era hombre de mar. Pero durante su viaje en la BEAGLE entendió perfectamente a aquellos que se jugaban la vida entre las olas: "A la mayoría de los marinos - según mi parecer - les gustaría realmente muy poco el mar si no hubiesen sido empujados a el por la necesidad, por los sueños de gloria cuando muy jóvenes y por la fuerza de la costumbre cuando viejos, todo lo cual constituye el único vínculo de atracción".
En 1616, cuando el dominio marítimo español había descendido, un capitán holandés - al filo de la cincuentena - llamado Willem Cornelius Schouten navegaba por aguas vírgenes de los mares del sur. Le acompañaban a bordo del UNITY un puñado de hombre jóvenes, cubiertos con capotes de cuero engrasados con sebo de león marino y pesados chaquetones de lana tejidos a mano. Buscaban una nueva derrota hacia el Pacífico para eludir las restricciones en las Indias Orientales. Era verano, la corta noche del 29 de enero, cuando Schouten escribió en su diario: "Encontramos olas muy grandes e hinchadas, procedentes del sudoeste. El agua era también de color azulino por lo que juzgamos que a mano derecha, al sudoeste de nosotros, había un mar grande y profundo, presumiendo sin duda que era el Gran Mar del Sur y que habíamos descubierto un paso, que hasta entonces había sido desconocido y oculto… En este lugar soportamos gran cantidad de lluvia, tormentas de granizo y un viento de tal forma variable que frecuentemente teníamos que dar la vuelta y navegar aquí y allá según las circunstancias, pues aunque era pleno verano se sucedían grandes fríos y grandes tempestades del sudoeste… Le llamaremos al Cabo Hoorn, el nombre de nuestra buena ciudad de Hoorn". Schouten fue el primero en domar Hornos. Tras él, miles. Y cuentan que todos ellos tienen derecho a tres cosas negadas al resto de mortales: orinar al viento, permanecer cubiertos en presencia de un rey y colgarse un aro de la oreja. Viejas leyendas que ocultan los verdaderos dramas del mar. Como que los viejos marinos, manirrotos, derrochadores y pendencieros cuando pisaban tierra, tenían que colgarse aros de oro de las orejas como inversión. Solo así tenían la seguridad de que siempre les quedaría algo con qué pagarse un entierro digno si morían en una reyerta.
Hoy los tiempos han cambiado, pero no la naturaleza. El extremo de América sigue sacudiéndose con rabia.

lunes, 7 de enero de 2013

CRUZAMOS LA PUERTA PACIFICO ESTE

  Como nos acercamos al cabo de Hornos , en dos o  tres dias llegaremos si nos  respetan los vientos, y la posicion comoveis en la foto de arriba  la hemos mejorado 86.547 , una vez que dejemos el cabo  Hornos a babor  os volveré a poner  alguna peculiaridad  de la zona Siguiendo con la tónica de esta últimas puertas  voy a exponer los pasos que hay paqra cruzar desde el pacífico al  Atlantico y son tres: CANAL DE PANAMA, ESTRECHO DE MAGALLANES  Y PASAJE DE DRAKE que será por donde lo hagamos con la regata


jueves, 3 de enero de 2013

COTO PESCA ENATE CRUZA LA PUERTA OESTE PACÍFICO

Ganamos alguna posiciony ya estamos por el 91000.
pongo la foto y como vengo haciendo últimamente  algún renlace y un brerve resumen de mi cosecha de lo que he recolectado  respecto al Pacifio.


El Océano Pacífico es el de más grande extensión de agua y el que tiene mayores profundidades en nuestro planeta. Un mundo submarino repleto de vida en su interior y de maravillosas formas y vistas donde los arrecifes, el laberinto de pequeños mares que lo conforman, de islas, estrechos y bahías, de manglares, meandros y ciénagas litorales en sus costas han servido de fuentes para la imaginación de tantos escritores y aventureros que trazaron con plumas de fuego cientos de historias y leyendas.
El Pacífico está delimitado por el mar de Bering al norte, se extiende desde Panamá a Filipinas, y llega al sur hasta los mismos límites del Océano Glacial Antártico, lo que le hace tener una superficie de 165.700.000 km2.
Los bordes del Pacífico suelen ser llamados con el nombre de “cinturón de fuego” por las erupciones volcánicas producidas por los roces de las placas tectónicas de su corteza submarina. Es ahí donde se encuentran las fosas más profundas del mundo: la fosa de las Marianas, de 11 kilómetros, la de los Kuriles, la de Filipinas o la de Tonga. Estas se encuentran en la zona occidental, mientras que en el borde oriental, aún cuando son menos profundas que las anteriores, también tienen fosas de 8 kilómetros, como la de Perú y Chile, pegada a la cordillera de los Andes.
El Pacífico, además, incluye a los misteriosos Mares del Sur que comprende la región de Insulindia.

Y dejo para el final la parte que comprende a Australia. En la parte más oriental hay islas volcánicas como las Islas Salomón, las Islas Fiji o Nueva Caledonia, que forman junto con la parte sur de Nueva Guinea y Australia, el Mar del Coral, y La gran barrera del coral.

Todas estas islas y arrecifes han sido testigos mudos durante siglos de las aventuras de grandes exploradores, conocedoras del potencial humano por llevar a cabo nuevos retos y descubrir nuevos mundos. Y aún cuando sus aguas vivieron mil leyendas, no fue sino hasta el 25 de septiembre de 1513, cuando se produjo su descubrimiento oficial, cuando Vasco Núñez de Balboa tomó posesión de la inmensa masa de agua que vio desde el istmo de Panamá en nombre de la Corona de Castilla poniéndole por nombre Mar del Sur.
Su nombre actual se lo debe a Fernando de Magallanes, el primer europeo que cruzó del Atlántico al Pacífico, y que se lo puso en honor a su continua calma, curiosamente, en contra de su formación e intensa actividad sísmica submarina. Sin embargo, fue su lugarteniente, Juan Sebastián Elcano quien completó la expedición a bordo del buque Victoria.


Sistema de vientos

El importante sistema de vientos del océano Pacífico lo constituyen dos cinturones iguales de corrientes que se dirigen hacia el Oeste y que soplan de Oeste a Este .El intempestivos e impredecible viento del Oeste del Pacífico norcentral, que ha dado origen a la corriente de El Niño, de efectos catastróficos, está siendo estudiado por su influencia en la climatología mundial. Los constantes vientos alisios se encuentran flanqueados por los vientos del Oeste y soplan desde el Este en el hemisferio norte, y desde el Oeste en el hemisferio sur.
Las fuertes tormentas tropicales, denominadas tifones en el Pacífico occidental y huracanes en el Pacífico meridional y oriental, se originan en el cinturón de los alisios al final de la época estival y en los primeros meses del otoño.
 El niño
Fenómeno del niño en el Océano Pacífico
El Fenómeno de el niño es un calentamiento anormal y ocasional de las aguas superficiales del océano Pacífico en su zona ecuatorial y tropical cercana a la costa sudamericana. En Chile se reconoce la presencia de El Niño cuando las aguas cambian a temperaturas más cálidas y disminuyen los recursos pesqueros. Los pescadores chilenos y peruanos bautizaron a este fenómeno con el nombre de El Niño en la creencia de que éste aparece en Navidad, cuando nace el Niño Jesús. En realidad esto no se cumple ya que este calentamiento puede dejarse sentir en cualquier época del año. Este fenómeno se debe a cambios del sistema de presiones atmosféricas situadas sobre el océano Pacífico y en America del sur trae como consecuencia la formación de nubes de varios kilómetros de espesor que producen gran cantidad de precipitaciones; incluso llueve en el desierto costero. 
La niña
La situación contraria al fenómeno de El Niño es el fenómeno de La niña que corresponde a un enfriamiento de las aguas del mar. Cambios en la presión atmosférica refuerzan los vientos de la zona tropical los cuales barren las aguas superficiales del océano Pacífico dejando lugar a aguas profundas que emergen, enfriando las aguas costeras del norte de Chile y Perú. El fenómeno de La Niña produce condiciones de sequía en la costa del océano Pacífico de Sudamerica lo que se extiende hasta Chile Central.



LA ISLA DE LA BASURA  DEL OCEANO PACIFICO
http://www.ecoosfera.com/2010/08/la-isla-de-la-basura-en-el-oceano-pacifico/
 Como un fiel reflejo de la filosofía de Estados Unidos y muchos otros países frente a la basura, la clásica estrategia de guardar lo que no se quiere ver bajo la alfombra, a pesar de que eventualmente respiremos y convivamos espacialmente con ese deshecho oculto en la conciencia de nuestro hogar, emerge en el Océano Pacífico un monumental deposito de basura conocido como el “Vórtice de plástico”.
Este lugar, cuya extensión es de 692,000 km/2, superando así el tamaño de países como Francia o España, esta ubicado en una isla entre Hawai y la costa oeste de Estados Unidos. Pero lo más patético es que esta “isla de la basura” ni siquiera es un deposito pre planeado para albergar masivos deshechos, sino que los restos de plástico y basura se concentran en una zona debido a un movimiento circular de las corrientes ecuatoriales que gira en dirección de las manecillas del reloj, cerca de las islas Hawai. Es decir este colosal deposito se alimenta de basura que es arrojada en aguas de Norteamérica y del sureste asiático.
Hace un año, con el apoyo del Instituto Scripps de Oceanografía, un grupo de científicos y ambientalistas iniciaron una expedición con los barcos New Horizon de Scripps en San Diego y el Kaisei de San Francisco para evaluar el impacto del “vortex” en la vida marina del Océano Pacífico. La evaluación confirmo que es altamente nociva la presencia de este “Vórtice de plástico” ya que no sólo muchas especies confunden las bolsas de plástico por medusas, sino además, en la medida en la que el plástico se cocina con el sol del océano se despide toxinas al mar que afectan la vida animal y que eventualmente repercuten de manera importante en la atmósfera planetaria.

OTRO ENLACE A UNA PAGINA MULTIMEDIA SOBRE EL PACIFICO  PARA NIÑOS

http://www.biodiversidad.gob.mx/ninos/Pacifico.html